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En una propuesta que ha generado amplias repercusiones, el presidente electo de Panamá, José Raúl Mulino, ha planteado cerrar por completo la ruta migratoria del tapón del Darién. Esta iniciativa, que formaba parte de sus promesas de campaña, ha suscitado preocupación entre los pobladores locales y expertos en migración.
El tapón del Darién, una jungla que marca la frontera entre Colombia y Panamá, ha sido un paso crucial para miles de migrantes que huyen de crisis en países sudamericanos, especialmente de Venezuela. Aunque la cifra exacta de muertos en la región es desconocida, el flujo migratorio ha sido constante, con más de 500.000 personas atravesando la selva en 2023.
La propuesta de Mulino ha sido recibida con inquietud por diversos sectores. Los comerciantes y los propios migrantes expresan su preocupación ante la posibilidad de un cierre total, argumentando que muchas personas no abandonaron sus países por elección, sino por la falta de oportunidades y seguridad.
Expertos en migración también han advertido sobre las consecuencias negativas de cerrar el tapón del Darién. Se prevé que esto genere más rutas ilegales y aumente la violación de los derechos humanos de los migrantes. Además, podría tensar las relaciones entre países y fortalecer el crimen organizado en la región.
Si bien Mulino ha mencionado la posibilidad de un cierre físico, algunos analistas sugieren que medidas alternativas podrían ser más efectivas, como el fortalecimiento de la seguridad fronteriza o la cooperación internacional para abordar el flujo migratorio de manera más humanitaria.
El debate sobre el futuro del tapón del Darién refleja la
complejidad de la crisis migratoria en la región y la necesidad de encontrar
soluciones que equilibren las preocupaciones de seguridad con el respeto a los
derechos humanos de los migrantes.
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